Los aranceles generalizados impuestos por Donald Trump han afectado de manera diversa a Latinoamérica. Mientras algunos países sufren más, la región muestra una reacción en su mayoría calmada. Los bienes exentos de aranceles incluyen cobre, productos farmacéuticos, semiconductores, madera, oro, energía y ciertos minerales. La mayoría enfrentará un arancel del 10 %, salvo Venezuela (15 %) y Nicaragua (18 %).
México es uno de los menos afectados, enfrentando un arancel del 25 % solo en productos fuera del tratado de libre comercio con EE.UU. y Canadá. La estrategia de México se centra en negociar aspectos como el tráfico de fentanilo y la migración, que son prioridades para Trump.
Brasil, pese a su superávit comercial con EE.UU., ha recibido un arancel del 10 %. Lula ha afirmado que tomará medidas represivas si se sigue con el proteccionismo. En Argentina y Colombia, el impacto es similar, con el presidente colombiano viendo los aranceles como una ventaja inicial para la región, y el presidente argentino, Javier Milei, celebrando la medida, aunque los mercados no reaccionaron de forma positiva.
Otros países como Perú, Chile y Ecuador también sufrirán las consecuencias, especialmente en sectores como la agricultura y la pesca. Las economías centroamericanas, dependientes de exportaciones a EE.UU., son particularmente vulnerables.
Trump justifica los aranceles como una forma de revertir el déficit comercial de EE.UU., que alcanzó 1,2 billones de dólares en 2024. Sin embargo, varios países latinoamericanos mantienen superávit con EE.UU., lo que pone en duda la efectividad de esta medida.
Aunque América Latina es una de las regiones menos afectadas por los aranceles, podría aprovecharse de la situación, ya que tiene menos barreras impositivas que otros competidores globales. Sin embargo, la vuelta al proteccionismo podría afectar el crecimiento global y la competitividad de los productos latinoamericanos en el mercado estadounidense.